Luis Buñuel Portolés nació el 22 de febrero de 1900 en Calanda (Teruel). Su padre Leopoldo se dedicaba al negocio de ferretería donde hizo fortuna y se casó a los 43 años con María Portolés de 17. La pareja tuvo siete hijos y Luis fue el primogénito.
Buñuel se trasladó a Madrid en 1917 para iniciar la carrera de Ingeniería Agronómico (obligado por su padre), instalándose en la Residencia de Estudiantes donde entabló amistad con Salvador Dalí y Federico García Lorca. En la capital de España Buñuel abandonó Ingeniería para terminar licenciándose en Filosofía y Letras en 1924.
Testimonio de la amistad entre Luis y Salvador es este retrato de Buñuel que Dalí pintó en 1924.
La visión de la película Las tres luces (1921), obra de Fritz Lang, director alemán y su ídolo cinematográfico, fue el detonante para que Luis Buñuel comenzara a dedicarse al séptimo arte, el cine.
Se mudó a París en 1925 donde conoció a su mujer, la gimnasta Jeanne Rucar con la que se casó en el mismo año. Trabajó en esta ciudad, cuna del movimiento surrealista que ya conocen los que siguen mi blog, como ayudante de dirección y, con la colaboración de Salvador Dalí, Buñuel realizó sus dos primeras películas: Un Perro Andaluz (1929) y La edad de oro (1930). Ambas provocaron un gran escándalo en la sociedad del momento, hasta el punto que la segunda fue catalogada de blasfema y prohibida por el prefecto de policía parisina.
Al regresar a España dirigió un documental y se dedicó a la producción. Al estallar la guerra civil viajó a París y a Estados Unidos, donde intentó trabajar en Hollywood, sin embargo fue rechazado. Pero fue en México donde reapareció la oportunidad de dirigir de nuevo.
A lo largo de su carrera artística en el mundo cinematográfico (desde 1929 hasta 1977) Buñuel filmó unas 30 películas. Cabe destacar que trabajó siempre con escaso presupuesto y pocos medios materiales, por lo que se convirtió en un alquimista del séptimo arte: creaba auténtico arte con “basura”.
Con respecto al surrealismo (en el que militó), a Buñuel le atraía precisamente por lo intuitivo, por esa renuncia de la razón de la que ya hemos hablado.
Hasta su muerte, en 1983, vivió en su casa de México rodeado de su familia y amigos cercanos. Un año antes de morir escribió, junto a Jean-Claude Carrière, El último suspiro (un libro de memorias) donde habla también de la película que vamos a ver y “analizar” en el próximo post... ¡No se la pueden perder!
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